lunes, 13 de julio de 2009

Pintores Chilenos


El sur de Chile

una fuente de inspiracion para los pintores chilenos...

Pacheco Altamirano dejó plasmadas las telas con la cultura chilota, Valdiviana y de los pueblos costeros sureños, desnudando las desigualdades sociales del sistema y rescatando la cultura popular, solidaria y humana del pueblo.


sábado, 11 de julio de 2009

Recuerdos del Siglo XX


El día de la Dignidad Nacional...

Recuperar nuestro Cobre es tarea de todos.

Una sujerencia, votar por un candidato que lo asuma como reivindicación necesaria... y despues exigir que cumpla.

viernes, 10 de julio de 2009

Pinturas famosas


De la obra de Pablo Picasso, una reproducción en oleo sobre tela, de 70 por 1.60 mts. en soporte de madera.

Reproducida por G. Paredes

jueves, 9 de julio de 2009

Fragmentos de una Historieta

La historia antes del bicentenario en fragmentos

Chile duerme el letargo de la Colonia.


Manuel Rodriguez
De Ricardo Latcham
Editorial nacimiento 1975

CAPITULO 1

El destino enlazó en Chile dos vidas de un modo impresionador y realzante, desde el nacimiento hasta la muerte, ambas experiencias acabaron coronadas por el martirio después de haber sostenido con sacrificio y altivez la causa de la independencia nacional y tras una sucesión de episodios conmovedores y animadísimos.
Nobles y altas fueron estas vidas, cualquiera que haya sido el error de las propias actuaciones y el acaloramiento que dicto muchos pasos en hombres propensos a la violencia y la pasión.
Manuel Javier Rodríguez y Erdoisa nació el 24de febrero de 1785, y al siguiente día lo bautiza en la Parroquia del Sagrario el doctor don Joaquín Gaete, Canónigo Magistral de la Santa Iglesia Catedral.
En ese mismo año, el 15 de octubre, nacía otra criatura que, con el tiempo, daría que hablar mucho y completaría, en vigorosos aspectos, el rumbo disonante de la existencia de Manuel Rodríguez. Este otro ser, que vino al mundo en un año de tanta significación para los caracteres futuros de la Independencia chilena, fue don José Miguel Carrera, cuyo destino fue sellado por la tragedia.
Los Rodríguez y los Carrera, escribe Vicuña Maqueña en “El Ferrocarril” de mayo del 78, vivían entonces calle de por medio en las casas que hoy divide la de Morande con las Agustinas, de suerte que como niños de la misma edad tenían los mismos gustos y emprendían las mismas aventuras.Rodríguez tuvo su origen en un hogar pobre y su niñez no conoce el regalo. Se cría en la calle y desde pequeño se distingue por sus ojos vivos, negrísimos y fulgurantes. En la calle era siempre el rey de los motines y la piedra estaba presta para lanzarse en sus manos nerviosas. Hablador y vivaz, Rodríguez conoció la niñez de los Carrera, hermanos despóticos, aristocráticos y turbulentos. Sus vidas se unieron y solo la muerte similar los separaría ya. Es curioso indicar el paralelismo terrible de tales existencias.

El Arte al Servicio del Pueblo


"Para mí, pintar es casi una actitud fisiológica y es la más alta consecuencia del amor y de la soledad".–
Oswaldo Guayasamín (Ecuador).

Es uno de los artistas más importantes del continente americano y, sin duda, el más acérrimo defensor del indigenismo. Esta apuesta por las raíces del sustrato común de los pueblos latinos del continente ha inspirado su obra desde el inicio de su trayectoria. Su formación artística comienza en su ciudad natal, a la sombra de una pintura de corte tradicional, que pronto abandonará para abrazar la estela del expresionismo y el compromiso social que encuentra en la obra de los tres grandes muralistas : Rivera, Orozco y Siqueiros. Autor de una extensa y monumental obra, ha gozado de un gran reconocimiento, tanto en su país, donde en 1981 se creó una Fundación que lleva su nombre, como internacionalmente. Recibió en vida diversos premios, entre ellos, el Gran premio de Pintura de la III Bienal Hispanoamericana de Arte ( 1955 ) donde expuso su primera serie de envergadura, Huacayñán ( “ el camino del llanto” ) integrada por mas de cien telas de temática indigenista, y el premio Mejor Pintor de Sudamérica ( Bienal de Sao Paulo, 1957 ). Su obra, de gran fuerza expresiva, mantiene siempre un carácter de denuncia social, y plasma los grandes dramas del hombre de nuestro tiempo, de forma especialmente relevante en su segundo gran trabajo, La edad de la ira 1968, compuesto por unas 260 obras.